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El AMBAR es cálido y liviano, suave cuando lo acariciamos, aromático cuando lo calentamos y eléctrico cuando lo frotamos, el ámbar debería acompañarnos siempre para aliviar y reconfortar nuestra vida con un toque mágico de esas lágrimas de templada miel. Estabiliza el bazo, el corazón, el estómago y la base de los centros de la columna vertebral; y por supuesto absorbe energías negativas.

Pero el ámbar no es una piedra,… es una resina fosilizada de origen vegetal que proveniente principalmente de restos de coníferas (árboles de porte monopódico, a menudo con una copa cónica, pero también hay arbustos y matas rastreras) y algunas angiospermas (por ejemplo: la amapola, la margarita, el manzano, el lirio, la higuera, la vid, el rosal, el trébol, el geranio, el narciso, el álamo, el fresno, el abedul, la acacia, el naranjo). Etimológicamente su nombre proviene del árabe عنبر º ámbar (“lo que flota en el mar”, ya que esta piedra preciosa flota sobre el agua del mar).

Hay muchos tipos de ámbar, los cuales son clasificados basándose en su origen de procedencia. Los colores del ámbar son muy variados: amarillo (el más común), naranja (cognac), rojo (cherry), blanco, café (cajeta), verde azulado y "negro" o musgo (tonos oscuros de otros colores), que son menos frecuentes que el amarillo. De estos colores se desprende una amplia gama de tonalidades (el ámbar azul de República Dominicana es el más hermoso, valorado y apreciado de los existentes).

En la Antigüedad se pensaba que el ámbar poseía propiedades místicas o mágicas, siendo utilizado por muchas culturas como un talismán o remedio medicinal; llegándose a usar como un ingrediente en las medicinas y para propósitos religiosos (p.e.: fabricación de las sartas de cuentas de rosarios). Ya los fenicios trocaban el ámbar como una mercancía de primera importancia con los pueblos bálticos antiguos. Desde aproximadamente 3000 a. C., el ámbar báltico era cambiado por las mercancías de Europa meridional y existían "carreteras" o rutas de comercio que cruzaban Europa y terminaban en el lejano oriente. Alrededor de 58 a. C., el emperador romano Nerón enviaba a un caballero romano en una búsqueda de este "oro del norte" y traía cientos de libras de ámbar a Roma.

En muchas ocasiones, la resina, al escurrir sobre la corteza de troncos y ramas, llegó a atrapar burbujas de aire, gotas de agua, partículas de polvo o pequeños seres vivos como plantas (orquídeas, hongos, musgos, líquenes, semillas y un sinfín de flores diminutas), insectos, gusanos y otro tipo de animales que van desde diminutas hormigas, arañas, mosquitos, abejas, termitas, mariposas y libélulas hasta lagartijas, ranas y escorpiones, quedando guardados y preservados como inclusiones fósiles deshidratadas, pero sin el encogimiento que normalmente causan las deshidrataciones, conservándose de tal forma que su estructura celular y hasta fragmentos de su ADN pueden encontrarse en la actualidad.
Estas inclusiones agregan no sólo belleza a una pieza de ámbar sino una gran cantidad de información de suma importancia para los científicos, pues de esta manera se tiene conocimiento de la vida de hace millones de años, disponiendo, incluso, de especies ya desaparecidas.

Y lo que nos afecta a nosotros: … la palabra electricidad deriva del griego "elektron" que significa "ámbar". Tales de Mileto (600 años A.C.) descubrió que, frotando una varilla de ámbar con un paño, aquélla atraía pequeños objetos como cabellos, plumas, étc.; y se dice quela varilla se ha electrizado”.

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